En algún lugar del mundo un niño muere de hambre cada 5 segundos, 17,000 mueren cada día, 6 millones cada año. Estas son las estadísticas citadas por el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, en el Foro Mundial del Cambio Climático 2009.
El más reciente estimado del Banco Mundial basado en estadísticas acumuladas hasta 2005, revela que en ese año mil cuatrocientos millones de personas en países en vías de desarrollo (uno de cada cuatro personas viviendo en el planeta) subsistieron con menos de $1.25 dólares al día.
Comida, ropa, refugio, agua limpia así como acceso a la educación y al cuidado de la salud son considerados como esenciales para la vida humana. La pobreza absoluta se refiere a aquellos cuya supervivencia es precaria debido a la falta de estas necesidades básicas. Pobreza relativa es un índice de desigualdad de ingresos—puede referirse a un poder de ingreso menor y un menor acceso a recursos comparados con aquellos en la sociedad propia o cuando se compara con los promedios mundiales. Ambas formas de pobreza son barreras del desarrollo humano.
Históricamente uno de los principales obstáculos al progreso económico ha sido la falta de voluntad por parte de los gobiernos en abordar la reforma agraria. En Centroamérica la consolidación de la riqueza y de la tierra en manos de las elites feudales contribuyó a los niveles de aplastamiento de la pobreza y los conflictos que asolaron la región durante la década de 1980. Otros impedimentos que continúan azotando a las naciones centroamericanas en la era post conflicto son la corrupción, la debilidad del estado de derecho, y la fuga de mano de obra y de cerebros provocados por la migración resultante de la falta de oportunidades en dichas naciones.
Mientras que la pobreza pueda existir sin violencia, la presión económica puede provocar ciclos de violencia, los cuales agravan la pobreza. Una encuesta norteamericana, publicada por la Johns Hopkins University Press en la década de 1990, encontró que 67% de los niños de comunidades urbanas desfavorecidas en EE.UU. han sido testigos de un asalto serio y un 33% reportaron haber presenciado un homicidio. La guerra, la inestabilidad social y el crimen, incluyendo las pandillas violentas y los carteles de la droga, no sólo desaniman la inversión económica, sino que también crean barreras psicológicas al desarrollo económico. Y el trauma repetitivo puede tener un impacto cumulativo sobre la recuperación emocional.
La pobreza es estigmatizada y criminalizada. La negligencia y la exclusión social marginalizan a los pobres. Las prisiones están diseñadas para contenerlos cuando estos optan por utilizar estrategias informales de supervivencia económica que son consideradas como ilícitas por aquellos que tienen otras opciones. Aún así las políticas, que serenan la pobreza, no son misteriosas.
El Programa de Desarrollo de Naciones Unidas publicó un reporte en abril del 2000, el cual se enfoca en la buena gobernanza en los países pobres como clave del desarrollo económico. Cuando la corrupción o el interés egoísta de las elites poderosas o la ausencia de instituciones no represivas del estado caracterizan la operación de puestos de gobierno el desarrollo se estanca. Políticas, que reconocen, respetan y apoyan a las iniciativas individuales y comunitarias a través de proyectos de desarrollo sustentable o de micro créditos han demostrado ser todo un éxito en reducir la pobreza.