Uno de cada 100 adultos en los Estados Unidos está en prisión, haciendo de Estados Unidos el país con la tasa de encarcelamientos oficiales más alta en el mundo. Además, a finales del 2008 el Buró de Estadísticas Judiciales reportó que 7.3 millones de personas estaban castigados, en libertad condicional o encarcelados- eso equivale a 1 de cada 31 adultos. El contexto de estas estadísticas burocráticas se encuentra en una era de “cero tolerancia” y de leyes de “sentencia obligatoria”, las cuales incrementaron el procedimiento penal de ofensas no violentas.
Un estudio de la Pew Charitable Trust cuestiona el impacto de cortar servicios, tales como la educación y el cuidado de la salud, mientras crecen los presupuestos de las prisiones. De acuerdo con el reporte de Pew publicado en 2008, la mayoría de los estados gastan en promedio $29,000 al año en prisioneros, a pesar de los estudios que muestran que es más barato y efectivo el monitorear en programas comunitarios a los ofensores no violentos, incluyendo aquellos en libertad asistida o en libertad condicional, en vez de enviarlos a una prisión. Si la reducción de las tasas de reincidencia es una de las metas del sistema de justicia, los investigadores de Pew señalan que el incremento en el gasto de las prisiones no ha tenido un impacto positivo en disuadir la repetición de los delitos.
Defensores de programas alternativos a la prisión en el Instituto de Política Judicial señalan que en la década de los 80, antes del incremento en las prisiones de las últimas dos décadas, jóvenes afroamericanos universitarios superaban a aquellos en prisión en una tasa de 3 a 1. En la primera década de este siglo el número de hombres negros en prisión sobrepasó el número en universidad.
Estados Unidos también encarcela más a sus jóvenes que ningún otro país en el mundo, y aplica la ley de formas que impactan desproporcionadamente a los jóvenes Afroamericanos y Latinos. Más jóvenes de color son tratados como adultos. Un estudio del Instituto de Política Judicial comparando las tasas de encarcelamiento de jóvenes en California durante los 10 años desde el inicio de penas más duras conocidas como “La Ley de los Tres Strikes” (La Tercera es la Vencida) encontró que las sentencias “la vencida” era aplicada a jóvenes Latinos en tasas 45 veces más grandes que aquellas aplicadas a los Caucásicos. En el caso de los jóvenes Afroamericanos las tasas de las sentencias eran 12 veces más aplicadas que aquellas para los Caucásicos.
Sesenta y seis por ciento de los jóvenes delincuentes están en custodia por crímenes no violentos, a pesar de que existe evidencia que indica que la detención exacerba las tasas de delincuencia. De acuerdo con un reporte del Buró de Estadísticas Judiciales con fecha de diciembre del 2009, 12% de los jóvenes en centros juveniles estatales y grandes centros no gubernamentales reportaron tener uno o más incidentes de victimización sexual. 2.6% reportaron incidentes involucrando a otro joven y 10.3% reportaron un incidente involucrando al equipo de trabajo.
En Centroamérica el número de jóvenes y adultos en prisiones se ha disparado desde la entrada en vigor de leyes de cero tolerancia, tales como Súper Mano Dura. En el Salvador el número de personas en prisión se triplicó en una década y cada una de las principales pandillas tiene varias prisiones, que arraiga exclusivamente a miembros de su misma pandilla. Las condiciones insalubres producidas por la extrema sobrepoblación de las prisiones con falta de fondos estatales para la educación en las mismas o en programas de reinserción y el rol negligente o abusivo que han ejercido las autoridades centroamericanas en varias tragedias ocurridas en diferentes prisiones son una preocupación para los defensores de los derechos humanos.